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r i c a r d o       s o s a       m e d i n a
  Un año ha...

Cumplir años tiene un efecto muy peculiar en la gente. En todas las culturas, o lo que queda de ellas, existe este referente de mediano plazo, como una suerte de vara para medir con la que uno puede decir 'hace un año' como aquella canción en la que alguien canta el primer aniversario de alguna ilusión que ya no es. Relativo como lo es todo, la idea de 'año' cambia de lugar en lugar y de época en época, pero cualidades comunes de cualquier año que se precie de serlo son los ciclos climáticos naturales, los festejos de nacimientos y muertes de personajes importantes, propios y compartidos, y los eventos importantes.

Siendo pues que los años nuestros comienzan en enero, también de un mayo a otro mayo se vale decir que empieza y termina un año. Válgaseme pues decir que en estos días estoy celebrando mi fin de año, que es tanto como decir que celebro mi comienzo del siguiente. Este año en cuestión ha sido especialmente diferente a los otros que antes de él había yo conocido. Este año lo viví en una isla del Sureste Asiático, la porción de tierra más septentrional de la Asia continental. De los detalles de cómo y porqué llegué a vivir este año en este lugar tan alejado de aquel del que nací no escribiré, al menos aquí. En cambio quiero, a modo de reflexión, hablar de aquello que este año que termina y yo nos dejamos mutuamente, el uno al otro. Y ya que andamos en concesiones, válgaseme también el carácter introspectivo y si acaso nostálgico, similar al propio de los diciembres y no de los mayos.

Ganancias y pérdidas compartimos este mi año y yo. Un poco sin saberlo, me regalaron él y sus días motivos para reír hasta las lágrimas y razones para llorar hasta la risa. Mi tío Daniel murió y con él se fue la posibilidad de volverlo a ver, a cambio nos dejó su recuerdo y a muchos la admiración que sentimos por él. Poetas murieron también y se llevaron la posibilidad de escribir otro más de esos versos que nos hacen ver las cosas, ellos a cambio nos dejan esas palabras que si alcanzaron a escribir. Otros muchos siguieron la costumbre de morirse, unos por la inexplicable razón que tiene la vida por terminar algún día y otros por la injustificable sinrazón que tiene el ser humano por terminar con la vida de otros.

Siendo pues que mientras el mundo continuó revolviéndose sobre su eje y siguiendo su interminable vereda circular, e intentando regresar al nivel 'micro' que ha estado tan olvidado en estos días sobre todo por el poder global, llegué a instalarme a Singapur y a su Universidad Nacional, un poco como a quien le toca improvisar sobre el escenario, sin haber leído antes el guión y aprendiendo sobre la marcha que efectivamente, el espectáculo tiene una adicción incontenible por continuar.

Estando a medio mundo de distancia del escenario en que uno está acostumbrado a vivir, las cosas tienden a verse con otros ojos, cambia de tono el color de aquel cristal con el que se mira. Los blancos y negros tienden a formar más tonos de grises, los espacios entre líneas tienden a mostrar cada vez más información, las ideas y juicios que algún día no hace mucho parecían definitivas y fuera de discusión adquieren varias aristas; y estando aquí hoy intentando hacer explícito el paso de este año, percibo una sensación de que hay algo que ha cambiado, algo latente que no se deja atrapar, disecar y describir como lo haría con alguno de esos maravillosos insectos que, como esta sensación y algunas otras cosas más, vine a conocer durante este año a estas otrora selváticas tierras. Es pues, una sensación difícil de fijar con alfileres, como sentir algo que forma parte de uno y que eventualmente será de utilidad con el paso de otros años que vendrán después de éste.

Podría decir que durante este año aprendí a saludar como la gente que después de chocar palmas en el saludo, se lleva la mano al corazón para decirte que desean tu bien. Que caminando por un oasis fui bienvenido por extraños con una sonrisa y una copa de té en su casa. Que vi gente que construye altares para sus antepasados y que a diario prepara ofrendas de comida y flores para ellos, y que son felices que los insectos y animales coman de sus ofrendas. Esta gente a diario, cada uno de todos sus días, venera a quienes le antecedieron y hace sacrificios para ganar méritos para ellos. Que aprendí que hay gente que no come carne de res, otros la de cerdo, y otros que no comen ningún tipo de animal, no por razones nutricionales ni oscuras, sino por una verdadera convicción humana que redefine lo que llamamos ecosistema. Que vi a paises enteros que durante un mes no prueban alimento alguno durante las horas de sol, en el nombre de un profeta. Que en el nombre de este mismo profeta tampoco consumen alcohol, o puesto de otra manera, evitan que éste los consuma a ellos. Que conocí otra gente que intenta reconciliarse con los aborígenes de esa tierra, quienes no comprendían el significado de propiedad, y que con mayor razón seguramente nunca entendieron el exterminio de los suyos. En fin que esto y otras muchas cosas aprendí y podría escribir. No que sea fácil enlistarlas y mucho menos que sea de interés leerlas, pues como todo, fuera de contexto pierden parte de su escencia.

Más allá, este recuento no quiere aburrir con detalles. Que si aquí o allá o más allá la gente hace esto o lo otro, que si piensa así o actúa asá, que si esta y la otra cultura coinciden en esto o que si la llamada globalidad ha tenido este u otro efecto... libros estarán escritos y muchos más habrán de escribirse con esas líneas. No, vale decir que aunque el recuento de este año está a menudo tentado a caer en cosas como "durante estos 12 meses no se celebró sólo un 'Año Nuevo', sino al menos 5 en esta isla", esa no es la intención útlima. En cambio valdría interpretar anécdotas como esta y rescatarlas de la plática de sobremesa. Y es que sabido es que el que decide salir y ver otras cosas diferentes a las que antes se había acostumbrado a ver, comúnmente regresará a casa creyendo que ahora sabe más porque ha visto más. Gran error que en esta tristemente célebre 'era de la información' se mantiene vivo, error que considera sinónimos a 'más' y 'mejor' y que nos ofrece hoy, como antes disfrazado de serpiente nos ofreció la manzana, una píldora azul para el que siga creyendo que 'más' es igual que 'mejor'.

Descobijando al mito del que viaja, o mejor dicho del que regresa de viajar, ya sea en persona o en forma de carta, postal o 'email', hay que tomar en cuenta no el mecánico recuento de los kilómetros, países o continentes que se han viajado o en que se ha vivido, lo importante al final viene a ser lo que se hace con esa experiencia todavía inusual en nuestros días. Y es que las cosas por sí solas, como dicen los que dicen que saben, no tienen significado propio, y hay quien diría encima de esto que las cosas sólo existen cuando las conocemos... siendo esto así, y aprovechando el cambio de ritmo, habrá que decir que un mismo viaje tiene significados harto distintos tanto para el que se queda como para el que se marcha y después regresa. Las ausencias, como los silencios musicales, traen con ellas más sabor, y esto viene a ser más notorio cuando la ausencia es tal que llega a pensarse uno ausente de sí mismo, de la vida que se tenía y que hoy no.

Dicho esto y después de recordar que tan lejos estoy de donde primeramente se me puso, atino a concluir que esto es como todas las buenas experiencias, se puede escribir harto y opinar más, pero finalmente las únicas enseñanzas vienen en la primera voz del singular. Gracias por un año de estar y no estar; y siendo que uno ve hacia atrás sólo para medir fuerzas hacia adelante, que vengan siempre mejores tiempos.

Salud,

 
 
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Ultima actualización / Last update: Sep, 2000.

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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Ultima actualización / Last update: Apr, 2001.
 

 

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Detengan esta locura de una vez - septiembre 11, 2001

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