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Pablo Neruda More Pablo Neruda at: http://vinkka.telefragged.com/neruda/index.shtml
 
Jaime Sabines
 
Mario Benedetti
 
Gabriel Garcia Marquez
 
Rodrigo Solís Arechavaleta
 
Fernando Deligadillo
 
Me gustas cuando callas...                 Me gusta cuando callas porque estas como ausente,
                y me oyes desde lejos y mi voz  no té toca.
                Parece que los ojos se te hubieran volado y parece que un beso te cerrara la
                boca. Como todas las cosas están llenas de mi alma emerges de las cosas,
                llenas del alma mía.
                Mariposa de sueño,
                te pareces a mi alma,
                y te pareces a la palabra melancolía.
                Me gustas cuando callas y estas como distante.
                Y estas quejándote, mariposa en arrullo.
                Y me oyes desde lejos,
                y mi voz no te alcanza: Déjame que me calle con el silencio tuyo.
                Déjame que te hable también con tu silencio claro como una lampara,
                simple como un anillo.
                Eres como la noche, callada y constelada.
                Tu silencio es de estrella,
                tan lejano y sencillo.
                Me gustas cuando callas porque estas como ausente.
                Distante y dolorosa como si hubieras muerto.
                Una palabra entonces, una sonrisa basta.
                Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto. 
Pablo Neruda

No es que muera de amor No es que muera de amor, muero de ti. 
Muero de ti, amor, de amor de ti, 
de urgencia mía de mi piel de ti, 
de, mi alma de ti y de mi boca 
y del insoportable que yo soy sin ti. 

Muero de ti y de mí, muero de ambos, de nosotros, de 
ese, 
desgarrado, partido, 
me muero, te muero, lo morimos. 

Morimos en mi cuarto en que estoy solo, 
en mi cama en que faltas, 
en la calle donde mi brazo va vacío, 
en el cine y los parques, los tranvías, 
los lugares donde mi hombro acostumbra tu cabeza 
y mi mano tu mano 
y todo yo te sé como yo mismo. 

Morimos en el sitio que le he prestado al aire 
para que estés fuera de mí, 
y en el lugar en que el aire se acaba 
cuando te echo mi piel encima 
y nos conocemos en nosotros, separados del mundo 
dichosa, penetrada, y cierto, interminable. 

Morimos, lo sabemos, lo ignoran, nos morimos 
entre los dos, ahora, separados, 
del uno al otro, diariamente, 
cayéndonos en múltiples estatuas, 
en gestos que no vemos, 
en nuestras manos que nos necesitan. 

Nos morirnos, amor, muero en tu vientre 
que no muerdo ni beso, 
en tus muslos dulcísimos y vivos, 
en tu carne sin fin, muero de máscaras, 
de triángulos obscuros e incesantes. 
Me muero de mi cuerpo y de tu cuerpo, 
de nuestra muerte, amor, muero, morirnos. 
En el pozo de amor a todas horas, 
inconsolable, a gritos, 
dentro de mí, quiero decir, te llamo, 
te llaman los que nacen, los que vienen
de atrás, de ti, los que a ti llegan. 
Nos morimos, amor, y nada hacemos 
sino morirnos más, hora tras hora, 
y escribirnos y hablarnos y morirnos. 
 

Jaime Sabines 



Algo sobre la muerte del mayor Sabines Primera Parte 

I

Déjame reposar, 
aflojar los músculos del corazón 
y poner a dormitar el alma 
para poder hablar, 
para poder recordar estos días,
los más largos del tiempo. 

Convalecemos de la angustia apenas 
y estamos débiles, asustadizos, 
despertando dos o tres veces de nuestro escaso sueño 
para verte en la noche y saber que respiras. 
Necesitamos despertar para estar más despiertos 
en esta pesadilla llena de gentes y de ruidos. 

Tú eres el tronco invulnerable y nosotros las ramas, 
por eso es que este hachazo nos sacude. 
Nunca frente a tu muerte nos paramos 
a pensar en la muerte, 
ni te hemos visto nunca sino como la fuerza y la 
alegría. 
No lo sabemos bien, pero de pronto llega 
un incesante aviso, 
una escapada espada de la boca de Dios 
que cae y cae y cae lentamente. 
Y he aquí que temblamos de miedo, 
que nos ahoga el llanto contenido, 
que nos aprieta la garganta el miedo. 

Nos echamos a andar y no paramos 
de andar jamás, después de medianoche, 
en ese pasillo del sanatorio silencioso 
donde hay una enfermera despierta de ángel. 
Esperar que murieras era morir despacio, 
estar goteando del tubo de la muerte,
morir poco, a pedazos. 

No ha habido hora más larga que cuando no 
dormías, 
ni túnel más espeso de horror y de miseria 
que el que llenaban tus lamentos, 
tu pobre cuerpo herido. 
 

II 

Del mar, también del mar, 
de la tela del mar que nos envuelve, 
de los golpes del mar y de su boca, 
de su vagina obscura, 
de su vómito, 
de su pureza tétrica y profunda, 
vienen la muerte, Dios, el aguacero 
golpeando las persianas, 
la noche, el viento. 

De la tierra también, 
de las raíces agudas de las casas, 
del pie desnudo y sangrante de los árboles, 
de algunas rocas viejas que no pueden moverse, 
de lamentables charcos, ataúdes del agua, 
de troncos derribados en que ahora duerme el rayo, 
y de la yerba, que es la sombra de las ramas del cielo, 
viene Dios, el manco de cien manos, 
ciego de tantos ojos, 
dulcísimo, impotente. 
(Omniausente, lleno de amor, 
el viejo sordo, sin hijos, 
derrama su corazón en la copa de su vientre.) 

De los huesos también, 
de la sal más entera de la sangre, 
del ácido más fiel, 

del alma más profunda y verdadera, 
del alimento más entusiasmado, 
del hígado y del llanto, 
viene el oleaje tenso de la muerte, 
el frío sudor de la esperanza, 
y viene Dios riendo. 

Caminan los libros a la hoguera. 
Se levanta el telón: aparece el mar. 

(Yo no soy el autor del mar.) 
 

III 

Siete caídas sufrió el elote de mi mano 
antes de que mi hambre lo encontrara, 
siete veces mil veces he muerto 
y estoy risueño como en el primer día. 
Nadie dirá: no supo de la vida 
más que los bueyes, ni menos que las golondrinas. 
Yo siempre he sido el hombre, amigo fiel del perro, 
hijo de Dios desmemoriado, 
hermano del viento. 
¡A la chingada las lágrimas!,dije, 
y me puse a llorar 
como se ponen a parir. 
Estoy descalzo, me gusta pisar el agua y las piedras, 
las mujeres, el tiempo, 
me gusta pisar la yerba que crecerá sobre mi tumba 
(si es que tengo una tumba algún día). 
Me gusta mi rosal de cera 
en el jardín que la noche visita. 
Me gustan mis abuelos de Totomoste 
y me gustan mis zapatos vacíos 
esperándome como el día de mañana. 
¡A la chingada la muerte!, dije, 
sombra de mi sueño, 
perversión de los ángeles, 
y me entregué a morir 
como una piedra al río, 
como un disparo al vuelo de los pájaros.
 

IV 

Vamos a hablar del Príncipe Cáncer, 
Señor de los Pulmones, Varón de la Próstata, 
que se divierte arrojando dardos 
a los ovarios tersos, a las vaginas mustias, 
a las ingles multitudinarias. 

Mi padre tiene el ganglio más hermoso del cáncer 
en la raíz del cuello, sobre la subclavia, 
tubérculo del bueno de Dios, 
ampolleta de la buena muerte, 
y yo mando a la chingada a todos los soles del 
          mundo. 
El Señor Cáncer, El Señor Pendejo, 
es sólo un instrumento en las manos obscuras 
de los dulces personajes que hacen la vida. 

En las cuatro gavetas del archivero de madera 
guardo los nombres queridos, 
la ropa de los fantasmas familiares, 
las palabras que rondan 
y mis pieles sucesivas. 

También están los rostros de algunas mujeres 
los ojos amados y solos 
y el beso casto del coito. 
Y de las gavetas salen mis hijos. 
¡Bien haya la sombra del árbol 
llegando a la tierra, 
porque es la luz que llega! 
 

Papá por treinta o por cuarenta años, 
amigo de mi vida todo el tiempo, 
protector de mi miedo, brazo mío, 
palabra clara, corazón resuelto, 

te has muerto cuando menos falta hacías, 
cuando más falta me haces, padre, abuelo, 
hijo y hermano mío, esponja de mi sangre, 
pañuelo de mis ojos, almohada de mi sueño. 

Te has muerto y me has matado un poco. 
Porque no estás, ya no estaremos nunca 
completos, en un sitio, de algún modo. 

Algo le falta al mundo, y tú te has puesto 
a empobrecerlo más, y a hacer a solas 
tus gentes tristes y tu Dios contento. 
 

VI 

Te enterramos ayer. 
Ayer te enterramos. 
Te echamos tierra ayer. 
Quedaste en la tierra ayer. 
Estás rodeado de tierra 
desde ayer. 
Arriba y abajo y a los lados 
por tus pies y por tu cabeza 
está la tierra desde ayer. 
Te metimos en la tierra, 
te tapamos con tierra ayer. 
Perteneces a la tierra 
desde ayer. 
Ayer te enterramos 
en la tierra, ayer. 
 
 

VII 

Madre generosa 
de todos los muertos, 
madre tierra, madre, 
vagina del frío, 
brazos de intemperie, 
regazo del viento, 
nido de la noche, 
madre de la muerte, 
recógelo, abrígalo, 
desnúdalo, tómalo, 
guárdalo, acábalo. 
 

VIII 

No podrás morir. 
Debajo de la tierra 
no podrás morir. 
Sin agua y sin aire 
no podrás morir. 

Sin azúcar, sin leche, 
sin frijoles, sin carne, 
sin harina, sin higos, 
no podrás morir. 
Sin mujer y sin hijos 
no podrás morir. 
Debajo de la vida 
no podrás morir. 
En tu tanque de tierra 
no podrás morir. 
En tu caja de muerto 
no podrás morir. 

En tus venas sin sangre 
no podrás morir. 

En tu pecho vacío 
no podrás morir. 
En tu boca sin fuego 
no podrás morir. 
En tus ojos sin nadie 
no podrás morir. 
En tu carne sin llanto 
no podrás morir. 

No podrás morir. 
No podrás morir. 
No podrás morir. 

Enterramos tu traje, 
tus zapatos, el cáncer; 
no podrás morir. 
Tu silencio enterramos. 
Tu cuerpo con candados. 
Tus canas finas, 
tu dolor clausurado. 
No podrás morir. 
 

IX 

Te fuiste no sé a dónde. 
Te espera tu cuarto. 
Mi mamá, Juan y Jorge 
te estamos esperando. 
Nos han dado abrazos 
de condolencia, y recibimos 
cartas, telegramas, noticias 
de que te enterramos, 
pero tu nieta más pequeña 
te busca en el cuarto, 
y todos, sin decirlo, 
te estamos esperando. 
 

Es un mal sueño largo, 
una tonta película de espanto, 
un túnel que no acaba 
lleno de piedras y de charcos. 
¡Qué tiempo éste, maldito, 
que revuelve las horas y los años, 
el sueño y la conciencia, 
el ojo abierto y el morir despacio! 
 

XI 

Recién parido en el lecho de la muerte, 

criatura de la paz, inmóvil, tierno, 
recién niño del sol de rostro negro, 
arrullado en la cuna del silencio, 
mamando obscuridad, boca vacía, 
Ojo apagado, corazón desierto. 

Pulmón sin aire, niño mío, viejo, 
cielo enterrado y manantial aéreo 
voy a volverme un llanto subterráneo 
para echarte mis ojos en tu pecho. 
 

XII 

Morir es retirarse, hacerse a un lado, 
ocultarse un momento, estarse quieto, 
pasar el aire de una orilla a nado 
y estar en todas partes en secreto. 

Morir es olvidar, ser olvidado, 
refugiarse desnudo en el discreto 
calor de Dios, y en su cerrado 
puño, crecer igual que un feto. 

Morir es encenderse bocabajo 
hacia el humo y el hueso y la caliza 
y hacerse tierra y tierra con trabajo. 

Apagarse es morir, lento y aprisa 
tomar la eternidad como a destajo 
y repartir el alma en la ceniza. 
 

XIII 

Padre mío, señor mío, hermano mío, 
amigo de mi alma, tierno y fuerte, 
saca tu cuerpo viejo, viejo mío, 
saca tu cuerpo de la muerte. 

Saca tu corazón igual que un río, 
tu frente limpia en que aprendí a quererte, 
tu brazo como un árbol en el frío 
saca todo tu cuerpo de la muerte. 

Amo tus canas, tu mentón austero, 
tu boca firme y tu mirada abierta, 
tu pecho vasto y sólido y certero. 

Estoy llamando, tirándote la puerta. 
Parece que yo soy el que me muero: 
¡padre mío, despierta! 
 

XIII 

Padre mío, señor mío, hermano mío, 
amigo de mi alma, tierno y fuerte, 
saca tu cuerpo viejo, viejo mío, 
saca tu cuerpo de la muerte. 

Saca tu corazón igual que un río, 
tu frente limpia en que aprendí a quererte, 
tu brazo como un árbol en el frío 
saca todo tu cuerpo de la muerte. 

Amo tus canas, tu mentón austero, 
tu boca firme y tu mirada abierta, 
tu pecho vasto y sólido y certero. 

Estoy llamando, tirándote la puerta. 
Parece que yo soy el que me muero: 
¡padre mío, despierta! 
 

XVI 
(Noviembre 27) 

¿Será posible que abras los ojos y nos veas 
ahora? 
¿Podrás oírnos? 
¿Podrás sacar tus manos un momento? 

Estamos a tu lado. Es nuestra fiesta, 
tu cumpleaños, viejo. 
Tu mujer y tus hijos, tus nueras y tus nietos 
venimos a abrazarte, todos, viejo. 
¡Tienes que estar oyendo! 
No vayas a llorar como nosotros 
porque tu muerte no es sino un pretexto 
para llorar por todos, 
por los que están viviendo. 
Una pared caída nos separa, 
sólo el cuerpo de Dios, sólo su cuerpo. 
 

XVII 

Me acostumbré a guardarte, a llevarte lo mismo 
que lleva uno su brazo, su cuerpo, su cabeza. 

No eras distinto a mí, ni eras lo mismo. 
Eras, cuando estoy triste, mi tristeza. 

Eras, cuando caía, eras mi abismo, 
cuando me levantaba, mi fortaleza. 
Eras brisa y sudor y cataclismo, 
y eras el pan caliente sobre la mesa. 

Amputado de ti, a medias hecho 
hombre o sombra de ti, sólo tu hijo, 
desmantelada el alma, abierto el pecho, 

Ofrezco a tu dolor un crucifijo: 
te doy un palo, una piedra, un helecho, 
mis hijos y mis días, y me aflijo. 
 

Jaime Sabines 

Bienvenida Se me ocurre que vas a llegar distinta
no exactamente más linda
ni más fuerte
ni más docil
ni más cauta

tan solo que vas a llegar distinta
como si esta temporada de no verme
te hubiera sorprendido a vos también
quizá porque sabes
como te pienso y te enumero

después de todo la nostalgia existe
aunque no lloremos en los andenes
fantasmales
ni sobre las almohadas de candor
ni bajo el cielo opaco

yo nostalgio
tu nostalgias
y como me revienta que él nostalgie

tu rostro es la vanguardia
tal vez llega primero
porque lo pinto en las paredes
con trazos invisibles y seguros

no olvides que tu rostro
me mira como pueblo
sonríe y rabia y canta
como pueblo
y eso te da una lumbre
inapagable

ahora no tengo dudas
vas a llegar distinta y con señales
con nuevas
con hondura
con franqueza

sé que voy a quererte sin preguntas
sé que vas a quererme sin respuestas

Mario Benedetti

Como siempre 
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Aunque hoy cumplas trescientos treinta y seis meses 
la matusalénica edad no se te nota cuando en el 
instante en que vencen los crueles entrás a averiguar 
la alegría del mundo y mucho menos todavía se te 
nota cuando volás gaviotamente sobre las fobias 
o desarbolás los nudosos rencores 
buena edad para cambiar estaturas y horóscopos 
para que tu manantial mane amor sin miseria 
para que te enfrentes al espejo que exige 
y pienses que estás linda 
                               y estés linda 
casi no vale la pena desearte júbilos y lealtades 
ya que te van a rodear como ángeles o veleros 
es obvio y comprensible 
                                que las manzanas y los jazmines 
y los cuidadores de autos y los ciclistas 
y las hijas de los villeros 
y los cachorros extraviados 
y los bichitos de San Antonio 
y las cajas de fósforo 
                                te consideren una de los suyos 
de modo que desearte un feliz cumpleaños 
podría ser injusto con tus felices cumpledías 
                                acordate de esta ley de tu vida 
si hace algún tiempo fuiste desgraciada 
eso también ayuda a que hoy se afirme 
tu bienaventuranza 
de todos modos para vos no es novedad 
que el mundo 
                                y yo 
                                                te queremos deveras 
pero yo siempre un poquito más que el mundo. 

Mario Benedetti 



Viajar  Viajar es marcharse de casa,
es dejar los amigos 
es intentar volar 
volar conociendo otras ramas 
recorriendo caminos 
es intentar cambiar. 

Viajar es vestirse de loco 
es decir"no me importa" 
es querer regresar. 
Regresar valorando lo poco 
saboreando una copa, 
es desear empezar. 

Viajar es sentirse poeta, 
es escribir una carta, 
es querer abrazar. 
Abrazar al llegar a una puerta 
añorando la calma 
es dejarse besar. 

Viajar es volverse mundano 
es conocer otra gente 
es volver a empezar. 
Empezar extendiendo la mano, 
aprendiendo del fuerte, 
es sentir soledad. 

Viajar es marcharse de casa, 
es vestirse de loco 
diciendo todo y nada con una postal,
Es dormir en otra cama, 
sentir que el tiempo es corto, 
viajar es regresar. 

Gabriel Garcia Marquez 



Hay una gringa en mi cama En esos ojos verdes,
en esa piel blanca,
podría vengarme en parte
por los caidos en Nicaragua.

De pronto la veo y siento rabia.
Rabia de verla rubia,
rabia de verla linda,
rabia de saberla inteligente
y rabia de verla gringa.

Rabia de que Don Samuel,
en su nombre,
provoque tantas miserias
a los hombres.

Rabia de verla reir,
su sonrisa,
como su piel de blanca,
y rabia de saberla sin patria,
o con una patria mala.

Luego lo pienso mejor,
y lo que siento es lástima.

Veo sus ojos verdes
llenos de dolor,
derramar una lágrima
ante la tragedia del periódico,
sintiendo que es culpable,
un poco,
por los niños flacos,
por los mercenarios ricos.

Y me pregunto:
¿Qué sería de mi si mí México fuese
el poderoso villano?

¿Sería capaz de rechazar mi casa?
Yo no vengo de aquí,
yo nací en otro lado.

Y ver a mi padre
moviendo la cabeza, triste,
mis amigos, heridos y pasmados,
mi hermana, mi madre,
las dos llorando.

Tres veces cantó el gallo,
tres veces renegó Pedro,
pero todas las religiones concuerdan
en que Jesús era bueno.

¿Qué pasaría si México fuera malo?
¿Si nuestros ejércitos cubrieran el mundo
y nuestra águila volara matando?

¿Si el mundo nos aborreciera,
si los pueblos de la tierra
escupieran al suelo al ver mexicanos
y nosotros supiéramos
que tienen razón?

Hay una gringa en mi cama.

En esos ojos verdes, en esa piel blanca,
podría vengarme, no solo por Nicaragua,
sino por tantas otras cosas...

por Panamá, por Granada,
por nuestros compatriotas en California,
por Chapultepec,
por el Ché Guevara,

pero al ver su cuerpo junto al mío,
desnudo,
tiritando de frío,
sé que me vengaría,

si fuera gringo,
pero para la fortuna de su cuerpo blanco
y de la paz de mi conciencia,
¡soy un mexicano!

Rodrigo Solís Arechavaleta

No me pidas ser tu amigo Hoy buscas en mí un amigo
que haga un poco porque alcances lo que anhelas, 
un amigo sería yo si te apoyara contra todo lo demás

a un amigo tu dicha le haría feliz aunque ésta te llevara lejos 
y te fueras más allá de donde yo te habría podido acompañar

No me pidas ser tu amigo 
porque hay cosas en mí que este día no entiendo.
Por ejemplo que no puedo ser ese alguien que piense en la comprensión
y ésta sólo me daría tranquilidad si a la vez tú me comprendieras
esta tarde que me hace abrazarte fuerte cuando me dices adiós 

Un amigo te diría que todo marcha
mientras se muerde los labios y por ti, 
no extrañaría cada fin de año los días que no volverás 

Un amigo dejaría de hablar de cosas 
que sabe que te harán falta para hablarte de lo que hay 
más adelante, aunque yo me quede atrás

Sé que siempre fui el contigo que tuviste 
a cada instante de tu vida 
alguien que lo daba todo 
sin pedirte ni siquiera la verdad 

Siempre tuviste a este cómplice que vino sin que le necesitaras
porque concebía el mundo desde tus ojos si ellos me querían mirar 

No me pidas ser tu amigo
cuando me dejas saber mque ya te marchas 
no soy tan civilizado para comprender sabiendo que te vas 
para ti seré aquel que hoy lo pierde todo porque no supo escucharte
que para mi solo seré un extraño en paz que nunca te dejó de amar.

-Fernando Delgadillo

contact: rsos7705@arch.usyd.edu.au
last update: July, 2000

 
 
 


 

 academic website: www.arch.usyd.edu.au/~rsos7705  

 

Ultima actualización / Last update: Apr, 2001.
 

 

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Detengan esta locura de una vez - septiembre 11, 2001

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